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martes, 10 de noviembre de 2015

2ª PARTE. Visita al Museo del Prado. !Qué valor!

Una aciaga mañana para los tutores (recordemos que van dos contra 25) llegaron al lugar de los hechos. Entraron con alegría y alborozo para fomentar el incipiente interés cultural pictórico de los alumnos. Previamente en el autobús El Pucho y El Justo hicieron una apuesta: El Pucho le tocaba una teta al cuadro de la Maja Desnuda de Goya...a puerta gayola. El Justo le decía que no había "huevos" para semejante hazaña cultural. No se si decir espiritual.
Los hubo.
Al llegar a la sala El Pucho se precipitó, ante los pinchazos de su cómplice, sobre la obra de arte. Tocada una teta (la derecha) de la obra goyesca se montó la de San Quintín, la de Dios es Cristo y un pollo que ya quisieran los nacionalistas catalanes. El Pucho salió corriendo hacia la salida como si fuera la maratón de Nueva York, los agentes de seguridad detrás gritando. ""Deténgase, deténgase!", la Directora de la Escuela Taller: "!Déjenlo por favor que es tonto!" y El Justo terminaba la carabana diciendo aquello de. "Ole tus hueeeevos Pucho!". Mientras el resto de los alumnos quedaban bajo la custodia del otro tutor.
En la calle todo Madrid vio la carrera, los de los coches miraban, los de la calle huían, la Directora tenía un problema y la seguridad no se lo creía. Hubo un problema, que como en todas estas cosas se resuelve citando el árbol genealógico cuyas ramas tapan el Sol. Entre disculpas y ojos como huevos cocidos El Pucho salió airoso de semejante aventura quijotesca. La mejor obra de El Pucho y El Justo que, entre agua, cemento y arena, llegaron a alcanzar el paraíso goyesco. Cuentan los vecinos de la Alcarria que El Pucho ha hecho historia porque se incorpora a la historiografía del arte universal gracias a la avidez intelectual de sus tutores. Unos fenómenos.  

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